¡Enamórate de tus necesidades!

January 31, 2023

En Amagi somos unos enamorados del amor y como estamos a las puertas del mes de febrero, mes donde las panaderías, floristerías y joyerías hacen su agosto en forma de corazones, nos gustaría compartir ese placer, esa paz, esa serenidad, ese hormigueo incesante en las entrañas con todos vosotros enamorándonos de algo tan básico y oculto como son nuestras necesidades.

¿Por qué nos cuesta tanto expresar nuestras necesidades? ¿Por qué en muchas ocasiones verbalizar: “Necesito una revisión salarial”, “necesito compromiso”, “necesito libertad”, “necesito responsabilidad” son comparables a la escalada del Everest?

¿Cuánto somos conscientes de nuestras necesidades? ¿Cuánto sabemos identificarlas?¿Cuánto creemos merecer la satisfacción de las mismas?

Responder a estas tres preguntas puede ser el inicio para poder asentar las bases de lo que nuestro cuerpo, nuestra cabeza o nuestro corazón nos están gritando a pleno pulmón, y una vez siendo conscientes de nuestra necesidad, habiéndola pues identificada con nombre y apellidos y dialogando con nosotros mismos lo que puede suponer o no la satisfacción de esta para nuestro desarrollo personal y/o profesional, llega la hora de verbalizarla. Hacer pública una necesidad es desvestirla de importancia, es compartir la responsabilidad con un tercero y es un viaje delo onírico o fantasioso de nuestra imaginación, donde a veces la mente tiene como director de cine a un esperpéntico Tim Burton y llevarla al terreno de lo real, de lo natural abriendo la puerta a la plena satisfacción.

Imagina que llevas meses queriendo que tu jefa vea tu progresión laboral, que valore los buenos resultados que tú y tu departamento estáis consiguiendo. Imagina que esta necesidad cada vez que tienes una reunión con ella se queda a las puertas de la laringe. Algo te presiona la garganta, y te paraliza de una manera que no logras entender la lengua. Se resecan los labios, los hombros se tensionan y te olvidas de repente del por qué de esa reunión, del por qué de tu necesidad de ascender, de progresar, de ganar más dinero… y entonces, sales del despacho cabizbajo, con aires de frustración y puede que se te escape algún insulto mental a tu falta de cobardía y coraje.

Antes esta situación que se da cada día en las empresas hay tres caminos posibles.

1.    La persona que necesita una promoción empieza a ironizar con su necesidad. Empieza a disfrazarse de humor y a soltar frasecillas indirectas en los contextos más inapropiados. Por ejemplo, en mitad de una reunión, o en una formación que nada tiene que ver con el objeto que nos ocupa, o incluso en el propio baño al coincidir con el mánager. Frases como:

a.     “Pues…a ver cómo viene el aguinaldo este año…”, o, por ejemplo, “en el departamento financiero lo estamos bordando ¿sabes?, "un empujoncito no vendría mal para sostener la motivación…” o algunos un poco más talentosos podrían expresar: “Si no fuera por mí esta empresa se iría a pique eh…”

¿Cuál es la intención detrás de la ironía? Seguramente sea la necesidad de expresar de alguna manera lo bien que esa persona está trabajando, las ganas de ser ver y ser visto, pero todo queda diluido en una frase descontextualizada, dispersa donde se baja el telón y en la mente del mánager apenas queda resquicios de esa conversación.

La ironía según el diccionario de Oxford, es esa figura retórica que consiste en decir lo contrario de lo que se quiere dar a entender, empleando un tono, una gesticulación o unas palabras que insinúan la interpretación que debe hacerse.  ¿Y quién dice que esa persona interprete esa frase de la misma manera que yo imagino ha de ser interpretada? Hay ocho mil millones de cabezas pensantes en este mundo, puede que haya millones de posibles interpretaciones y como dicen las abuelas, “el que espera, desespera”.

¿Para qué no apostar por la claridad?

2.    Una segunda opción de actuación por parte de una persona que no se atreve a decir “Necesito ascender, necesito una subida de sueldo, necesito ver y ser visto” podría ser el uso frecuente y más extendido de lo sanamente apropiado, es decir; el uso de la expectativa. Ese algo que yo espero pedir pero que no me atrevo a hacerlo. Y entonces me cuento a mí mismo argumentos como “las cosas son de cajón”, “es obvio que merezco un aumento”, “espero que mi mánager se de cuenta de mi valía, que salga de él o ella porque es lo justo”. Las expectativas no cumplidas son primas hermanas dela frustración, el rencor y el resentimiento.

3.    Finalmente, esa necesidad no dicha, puede ser expresada en forma de cuento relatado a terceros con la esperanza de que no caiga en saco roto y llegue el mensaje al sujeto que realmente pueda hacer algo al respecto. Es decir, le contamos nuestro cuento a nuestra compañera de escritorio, a Pepe el del bar de la esquina, al secretario de nuestra mánager… Buscamos que llegue un mensaje claro, contundente y honesto sin usar la claridad, la contundencia y la honestidad, más bien apostando por una especie de teléfono escacharrado para esconder nuestras inseguridades.

Ironía, expectativa y cuento chino. Con estos tres ingredientes ¿cuánto valor le estamos dando a nuestra necesidad?

¿Cómo pues, enamorarnos de nuestra necesidad?

¿Cuál sería una posible cuarta vía para que esta necesidad sea protagonista de nuestras conversaciones?

·       Tal y como hemos visto al principio de este artículo lo primero y más importante será ser conscientes de ella, identificarla y ponerle nombre y posteriormente sentir que somos merecedores de su satisfacción.

·       Una vez que hemos otorgado ese espacio importante para hacer real lo que antes era imaginario, será necesario coger impulso para pasar de una expectativa a una petición ¿Cómo?

o  Dirigiéndonos a una persona en particular

o  Refiriéndonos al momento actual

o  Siendo concretos

o  Usando un lenguaje positivo

o  Dando libertad

·       Y finalmente, enamorándonos de nuestras palabras, otorgando ensayos, observando nuestra comunicación verbal, no verbal y el tono que usamos para que nuestras ondas de sonidos obtengan los resultados esperados. Sabiendo que estamos preparados, que la otra persona está disponible para tener una escucha activa, que el contexto favorece y no ensombrece y que eso que necesitamos seguramente pueda cambiarnos la vida.

En Amagi, somos expertos en detectar necesidades, en acompañar en el proceso de expresión de estas, para que la obtención de resultados sea una realidad y no una quimera.