Un líder escucha, observa y hace preguntas profundas

February 7, 2022

Un líder escucha, observa y hace preguntas profundas

 

Hace unos días, compartimos con vosotros la importancia del liderazgo del día a día para retener el talento en los equipos y veíamos que es debido a que, entre las cualidades de estos líderes, está la de mirar a los ojos de su equipo y preguntarse “¿qué estoy haciendo para que los ojos de este colaborador no estén brillando?”  Para responder a esta pregunta, el líder tiene que poseer, además de esta cualidad, otras tres que en Amagi consideramos imprescindibles: capacidad de escucha, sentido de la observación y habilidad para hacer preguntas profundas. Partiendo de que, como líderes, tenemos que estar abiertos a que nuestros colaboradores sean los que nos digan qué necesitan para volver a ilusionarse y que, en ocasiones, esto signifique que seamos nosotros quienes tengamos que cambiar. ¿Estás preparado para escuchar esto de tus colaboradores?

 

Un líder observador demuestra interés por conocer qué les sucede a los miembros del equipo. Los observa de forma consciente y se enfoca tanto en lo que expresan como lo que no dicen. Además, asume menos y pregunta más: lo hace porque las preguntas son una herramienta muy potente para conocer qué hay detrás de la mirada de ese colaborador. Si de verdad quiere saberlo, planteará preguntas poderosas, porque la calidad de las respuestas que obtenemos depende de la calidad de las preguntas que hacemos.

¿Qué es una pregunta poderosa?  

Una pregunta poderosa es aquella que invita a reflexionar y permite a nuestro interlocutor mirar dentro de sí mismo y encontrar la respuesta. Un líder tiene que ser un facilitador, ayudar a cada miembro de su equipo a encontrar sus propias respuestas. Mientras tú vas preguntando, escuchando y entendiendo, tu interlocutor también entiende. Las preguntas tienen, por tanto, que ir encaminadas a entender, no a responder.

Para que una pregunta se considere poderosa, tiene que ser abierta -las cerradas solo hay que utilizarlas cuando se busca un sí o un no- hecha desde el respeto, en el momento oportuno y en el contexto adecuado, y, además, debe ser generadora de nuevas preguntas. Las preguntas poderosas empiezan por “qué, cómo, cual o para qué”. Las tres primeras pueden estar enfocadas al presente, nos dan información de qué está pasando y cómo lo vive nuestro interlocutor. Por ejemplo, ¿qué está pasando ahora? ¿a quién le afecta? ¿cómo te afecta? ¿cuál es la situación actual? Sin embargo, la última pregunta, para qué, mira al futuro e invita a que nuestro interlocutor dé una respuesta que le incite a la acción, a hacer algo para cambiar la situación: ¿para qué quieres lograrlo?

 

La capacidad de escucha

De nada sirve plantear las mejores preguntas si no sabemos escuchar las respuestas. Un líder practica la escucha activa: guarda silencio mientras el otro habla, asiente, sabe esperar unos segundos cuando su interlocutor se ha callado porque después de ese silencio suele aparecer la información más importante y presta atención a la comunicación no verbal. Desarrollar la escucha genera empatía y permite conectar con el otro, tenemos que aprender a escuchar lo que no se dice.

El objetivo de este proceso de observación, preguntas y escucha es hacer que nuestro colaborador sea quien descubra por qué no le brillan los ojos y proponga las acciones necesarias para que le vuelvan a brillar.

 

A observar, escuchar y preguntar también se aprende.

 

Isabel Juárez