¿Tienes dos móviles, el del trabajo y el personal que te acompañan a todas horas? ¿Haces listado de cosas que hacer en un día que superan con creces lo humanamente razonable? ¿Sientes ansiedad o agobio cuando una semana sólo tiene 40 horas de trabajo? ¿Sientes culpabilidad cuando coges varios días de vacaciones? ¿Crees merecer días de no hacer absolutamente nada?¿Crees necesitar ser parte de todas las decisiones que se tomen en la empresa para no sentirte despojada del poder que te entrega ese ente corporativo?¿Aprovechas las duchas de los niños para conectarte al email? ¿Usas los paseos por la playa en esa semana de vacaciones para hacer las llamadas correspondientes?
Estas preguntas no son para expresar si lo que haces está bien o mal, más bien, para hacerte parar unos segundos y tomar consciencia de si todo ello es un comportamiento consciente o inconsciente y si éste fuese desde este mismo instante consciente hacerte una segunda pregunta ¿Cuán de satisfecha o satisfecho te sientes con todo ello?
Porque lo que ocurre a continuación, es la llegada de esa vocecita interior que nos silba que estamos perdiendo la vida, que no tenemos momentos para nosotros mismos, que el tiempo que dedicamos a nuestros familiares y amigos es cada vez más escaso, más a cuentagotas. Todos y cada uno de ellos tienen marcado un horario en nuestro calendario, y una vez hecho el check de la visita de rigor, nuestra culpabilidad se relaja hasta el próximo encuentro.
Esa vocecita, que suele aparecer cuando estamos un poquito más relajados y sosegados, quizás los domingos por la tarde, donde esa “mantita y peli” no satisface la llegada de nuestros fantasmas, nos susurra que esta semana está llena de nuevo, de reuniones con el equipo, de viajes al extranjero, de comidas con clientes, y que apenas quedan minutos para un buen desayuno, para una llamada a tu madre, para una merienda con tus sobrinos o simplemente ir al parque y disfrutar de esos libros que siempre compras en los aeropuertos pero que solo captan tu atención hasta el capítulo cinco. Luego pasan a acumularse en la mesilla de noche como cuerpos despojados de vida. Y con todo ese maremágnum de cosas por hacer en los días venideros, hay una parte de ti que se alegra, que se siente contenta y feliz por ser útil, por llevar una vida activa y por al menor tener en principio, un propósito.
Workalcoholic, es un término popular para definir lo que en castellano denominamos “adicto al trabajo” y una adicción tal y como la expresa la RAE es: la dependencias de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico.
Dejas pues, de vivir en paz para vivir o convivir con:
· La necesidad de trabajar, trabajar y trabajar consumiendo horas de otras actividades para poner foco en el mundo laboral.
· Irritación y culpabilidad. Irritación cuando el mundo se pone en tu contra y repite ese estribillo de “trabajas demasiado” y culpabilidad cuando eres consciente de que el 90% de tu tiempo despierto está siendo dedicado a tu profesión.
· El sueño y dormir ocho horas pasan a ser un lujo que no te puedes permitir, por eso tus noches se acortan y eso no supone en muchas ocasiones ojeras, malacara y pensamiento lento y disperso, pero sí cambios de humor, de irritabilidad y en ocasiones falta de libido.
· Deterioro de las relaciones personales. Tendrás a muchos conocidos, muchos colegas de trabajo y quizás muchos seres queridos pero el escaso tiempo que dedicas a tus relaciones sociales hace que quedar con alguien que no sea de la propia oficina sea una verdadera complicación. Una “pérdida de tiempo” que interiormente te provoca estrés y ansiedad y ello te lleva a una culpabilidad por saber que esas personas quizás esperen más de ti y de tu compañía.
· La desconexión es imposible. No te permites, no leer el correo en tus días libres, no llamar a tus compañeros, no modificar una presentación el domingo por la noche... En tu cabeza siempre hay nuevas ideas, nuevos retos, ganas renovadas de seguir dando lo mejor como profesional ¿Para qué? Para acallar o bajarles el volumen a otras necesidades muteadas por la necesidad de producir.
· Pensamientos obsesivos aparecen una y otra vez, y todos de cariz profesional. Aparecen cuando estás disfrutando de una comida familiar, cuando corres por las mañanas para despejar la mente o cuando te acuestas y no logras dormirte hasta las dos de la mañana.
· ¿Cómo el éxito en el trabajo lo relacionas con el desarrollo de tu propia autoestima? En muchas ocasiones, ser exitoso en el trabajo es símbolo de prosperidad y de seguridad en uno mismo, tener como propósito el éxito profesional para ganar en seguridad económica y personal puede ser la palanca para echar más horas de las reglamentarias.
“Horror vacui” es un término en latín relacionado con el campo del arte que significa literalmente “horror al vacío”, y se refiere a la tendencia a llenar todos los espacios de elementos decorativos. Si ello, lo extrapolamos a nuestra necesidad de llenar los días del calendario con deberes, con tareas, con estrés, con ansiedad… las dos preguntas a realizarse serían ¿Para qué? y como pregunta secundaria y no menos importante:
¿Cuál es el vacío que buscas llenar?
En Amagi trabajamos día a día para desarrollar ambientes de trabajo donde se apueste por la excelencia y no por la exigencia a nivel profesional y personal porque como dijo el autor de comedias romano Terencio :
"Una buena regla para la vida es no ser demasiado adicto a una sola ocupación".