Mantener a raya nuestro sesgo negativo es la clave para vivir mejor

May 3, 2022

Mantener a raya nuestro sesgo negativo es la clave para vivir mejor

Estamos expuestos a cantidades ingentes de información. La mayoría de los mensajes que recibimos a través de las redes sociales, los telediarios, los periódicos y de algunos grupos de WhatsApp son adversos ¿Porqué? Porque los creadores de los noticieros saben que somos adictos a las informaciones negativas.

¿Esto qué significa?

Que por naturaleza nuestro cerebro está configurado para otorgarle una mayor atención e importancia a las cosas de cariz desfavorable.Tal y como descubrieron los investigadores Paul Rozin y Edward Royzman, es la potencia negativa, una de las principales características del famoso sesgo negativo.

¿Cómo funciona?

Si encendemos la televisión, y vemos que se ha aprobado, por ejemplo, una ley que abole la ablación genital femenina en algunas comunidades de la India, Sri Lanka o Pakistán que puede favorecer a miles de niñas e inmediatamente después, aparece en pantalla un coche destrozado por un accidente de tráfico con dos fallecidos, nuestro cerebro lo más probable, es que focalice la atención en esta segunda información.

El sesgo negativo pues, es la tendencia a dar mayor importancia a los aspectos desagradables mostrados en un determinado evento, persona o situación por encima de aquellos que puedan ser considerados neutrales o incluso positivos.

Y esta tendencia proclive de nuestro cerebro tiene un porqué y su nombre es amígdala. La amígdala es una estructura cerebral en forma de almendra situada en nuestros lóbulos temporales, que tal y como indica el investigador Justin Feistein en la revista Current Biology, “se encarga de revisar constantemente toda la información que llega al cerebro a través de los distintos sentidos con el fin de detectar rápidamente cualquier cosa que pueda influir en nuestra supervivencia”. Es decir, nuestro sesgo negativo, nuestra tendencia a poner foco con mayor insistencia en aspectos negativos proviene de una necesidad biológica de supervivencia.

La sobrecarga informativa de un tema concreto ha recibido el nombre de Infodemia. El término proviene de la unión entre las palabras información y epidemia. Que nuestra rutina venga marcada por la repetición de noticias como los fallecidos por La Covid, la cruenta guerra de Ucrania, el primer caso de violencia de género en la comunidad de Madrid, la subida del precio de la luz,… y vuelta a empezar, es entrar en un bucle donde nuestro cerebro percibe constantemente informaciones desfavorables, contrarias, adversas y de esta manera configura nuestra propia realidad.

Vivimos como imaginamos, de ahí se desata el posible miedo. Se eleva la tensión emocional, el estrés y la ansiedad y con ello hacemos aumentar nuestros niveles de cortisol, sintiendo que nos hallamos en una constante situación de peligro e inseguridad.

A la pregunta de: ¿Estar informados? La respuesta es; por supuesto. Por el contrario, a la pregunta de: ¿Estar sobre informados? La respuesta posible es otra cuestión: ¿para qué?

Estar rodeados de múltiples estímulos negativos nos hace vivir en alerta, sentir como propio aquello que vemos, leemos o escuchamos nos puede poner trabas al bienestar tanto físico como mental. De ahí la importancia de hacernos responsables de la información que absorbemos para proteger nuestra tranquilidad y satisfacción.

¿Cómo?

- Una vez informados, apagar la televisión, la radio o cualquier red social que nos pueda seguir atosigando con idénticos mensajes sin ningún valor informativo añadido.

- Apostar por mover la imaginación hacia otros caminos mucho más beneficiosos para el cerebro y por ende para nuestro bienestar, como el escuchar una bonita canción, hablar con amigos, leer un libro o planear un viaje.

- Ponernos a régimen con las noticias. Pequeñas píldoras en un horario determinado y por tiempo limitado. Nosotros nos acercamos a la información y cerramos el grifo a placer.

- Ser conscientes de qué medio de comunicación nos produce mayor o menor ansiedad. Es decir, es importante descubrir qué vía es más placentera para nosotros a la hora de informarnos. Es posible que para algunos leer sea más apacible que escuchar o ver imágenes de una realidad seleccionada por terceros y repetida constantemente.

- Así como observar qué canales, tienden a apostar por un periodismo más amarillista que puede fácilmente despertar nuestras emociones o aquellos que tejen la realidad desde un criterio mucho más aterrizado.

 

Nuestro cerebro al igual que nuestro estómago merece una buena dieta para poder alcanzar y mantener una inmejorable salud mental.

 

Protegernos de los múltiples impactos que recibimos al día, ser selectivos con aquellos que llegan para sumar, y saber desechar aquellos que generan ruido en nuestro interior, es ser sibaritas de nuestra bienestar mental, emocional y físico.

 

Y tú ¿Cómo vas a proteger tu cerebro de la sobreabundancia de información?

 

A mantener a raya nuestro sesgo negativo también se aprender y nosotros te acompañamos a conseguirlo.